25.7.14

un recuento, no una resenia ;;; sale

3 instantes 1 grito de Cecilia Barriga :::::

Sale. Una chica borrando una pintada el día que dejan la ocupación. No esperaba que su 7º curso fuera a ser así. Así: un curso de revueltas en vez de un curso de materias. Un curso de Toma en vez de un curso de Recibo. La parte de la toma de colegios por lxs estudiantes xilenos, hablan con una alegría y una consciencia de haber vivido algo singular para sus vidas. De haber sido la agencia de una experiencia colectiva que cuentan en primera de sí mismxs y de sus amigxs. Es fascinante el orgullo y el desafío. Demasiado, vivo. Incluso los colores, como que son más denso. La desobediencia de subirse a la mesa del excongreso a decirle que no a un Ministro, a un Carabinero que no salen del plantel, a una madre que hoy no se puede ser antes familia que la cosa que se está haciendo. Y que parezca un juego con lo serio que llegó a ser, que murió un chico a disparo de la policía. Que sé que en xileno la palabra "entretenido" es más densa y relevante que en castilla, pero igual, llamar al curso en que se hicieron con el sentido público del país entero "entretenío" me fascina --- una lucha entretenía

La parte de Occupy Wall Street. Sale tipos-raros. Gente que hace letras, rimas y canciones. Gente se sube a zancos. Que habla de Xina. Cartelitos escritos a mano y recitados como un mantra debajo mismo de las torres. Debajo de las torres es el delirio - me parece - las torres absorben el sentido. Es muy difícil que al hablar abajo allí haya pragmática. Ni aunque seas Naomi Klein. Las torres ocupan de más las inferencias. Es como si desposeyeran lo que cualquiera tiene: como si lo que se dice se volviera un fantasma: algo que parece tener cuerpo pero es aire condensado por una imagen dentro de la cabeza. Entonces, parece que hablan más situado ahí lxs que se mueven en horizontal, lxs que acaban de ocupar un sitio en Harlem, tan concreto.

Es gente. Lo que me fascina de la película es que salga la gente. El discurso es la gente. A mí la película que me gusta mirar es el habla opaca de lo que empieza a desobedecer. El habla en torrente o en precario o luminoso; delirante o seria o esperanzada o desafiante. Como flor de noche se abre a la noche. Por la mañana cuando desgrabas es rarísimo el habla. Somos rarísimxs la gente afuera de los discursos. Es muy hermoso y es muy frágil y muy opaco. Y no se me ocurre qué mejor mirar que algo que crece así, a mansalva. Entonces, me gusta mucho que

la parte de Madrid empieza la película. No por la cronología de los hechos que sucedieron, que no es lo que rige aquí el suceso fílmico, sino por la del florecimiento del habla y de los cuerpos que la trans-portan. Del despertar en madrid hacia la madurez política de lxs adolescentes en xile, tal como comentó Cecilia. Un tiempo de tomas y transformaciones. Perder edad, gnar conocimientos. De cómo Sol se volvió una plaza, es decir, de la asamblea. De sus rostros y sus hablas. No sólo las de los discursos más conseguidos - como aquel de economía que hacía esa chica que hablaba tan bien - o el de la chica francesa que mezclaba coloquial y épico y acento - o el de la transfeminista que preguntaba qué pasaría si habláramos en femenino - sino los brotes afectivos, las metáforas bizarras, los nervios. Salen la escucha y la fragilidad, como dijeron Miriam y Rafa. Sale el tiempo pasando según puedes saber por los horarios de comida, por la lluvia (que fue el miércoles pero ninguna voz en off dice "miércoles 18 de mayo"). Y todo eso hace que en la película se acuerde que era verdad. Que lo que pasó pasó de verdad. Y al ver los otras dos partes tan diferentes entre sí la parte de madrid cobra aún mayor sentido. Un sentido en juego, claro. Cobra un poco más de mundo, digamos.

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