3.3.11

amor moderno

el joven richman baila












después de una semana y media sin salir del motor de west philly y a punto de que mi cabeza se declarara en huelga, crucé el río Schuylkill caminando para ir a un concierto en el centro, ya era hora. Como estaba de excursión me fijé en todo, sobre todo en un tren larguísimo de mercancías que pasó debajo del puente justo a la vez que yo; al mirar sus vagones contenedores me acordé de Woody Guthrie - aunque yo iba tarareando el single de Emilio José, ese tan chulo que se llama a amizade - "la amistad" en gallego. La verdad es que las dos asociaciones inconscientes dieron el el clavo porque Jonathan Richman hace una música popular tan yanqui como un tren de mercancías(-del-amor) que puede llevarte a méxico, a francia, a italia o a andalucía; y además es igual de divertido y bizarro en concierto que el de quins-melón-ourense; corta las canciones, bailotea, se ríe de sus solos de guitarra, cuenta cosas. Emilio José es más tenso conceptualmente, pero no menos listo es JR. El caso es que el tipo tocaba en un sitio que cumplía con su nombre, First Union Church, porque efectivamente se trataba de una iglesia protestante. En los salones parroquiales del sótano alicatados de madera ochentera, sobre un escenario no más alto que un escalón, pegado al público, tocaba el tipo. Había gente de cualquier edad - gente con hijxs, con primxs, con sobrinxs; gente mayorcita; gente joven - las luces del techo eran, claro, fluorescentes; y no se vendía, claro, alcohol, todo el mundo lo traía en la mochila. Tan tranquilo todo. Me senté en el escalón del escenario para esperar a que empezara y desde allí pude observar la parte baja de todo el personal: zapatillas negras, botas de montaña, botas de piel bien gastadas, un par de charoles sin ropa de charol que los acompañara, converse hechas polvo, bajos de camisas de leñador de segunda mano, chaquetas deslucidas, forros polares, tonos oscuros. Me levanté y vi gorros gruesos calados hasta las orejas, barbas largas, pelo largo, grunge, gente sonriente que no se quitaba el abrigo y que luego cantó y dio palmas y bailó tan simpática. Lxs de una radio indie de la ciudad me contaron que eso era como estar en familia y que constantemente regalaban entradas. Ante tal despliegue de despreocupación y falta de pose pensé que Philadelphia era una ciudad muy apañada. Y en estas sal el maestro de los apañadxs, el gran Jonathan Richman, con los ojos brillantitos y acompañado por un batería indiferente a todo menos a su batería. Bailó mal aposta, cantó de maravilla y fue contando historias divertidísimas y entrañables - sobre su acento afectado cuando era adolescente, sobre su arte pretencioso pero puerta para la bohemia, sobre ser el ruido en vez de ser los vecinos a quienes el ruido les molesta, sobre amantes que no piensan en negocio, en francés, en italiano, en español malísimo - y la que más me gustó, tras un speech muy gracioso acerca de roturas de corazón - esa que dice que cuando renunciamos a sufrir estamos menos vivos (when we refuse to suffer) Me encantó la sensación de que todxs los presentes se reconocieran en el discurso y en la letra y a la vez pudieran reírse de sí mismxs, de su amor y desamor desproporcionadxs y absurdos y universales / hablar de amor y reírse del amor / un lenguaje así, afectado-épico y a la vez exagerado-inteligente, para tomar una perspectiva en la que quepan muchos pies, muchas cabezas, muchos corazones y una gran cantidad de alegría

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y hasta aquí los posts narrativos, que parece esto un diario y no quiero - quiero otra forma de escritura del globo

1 comentario:

Anónimo dijo...

DE: Beato Darzádegos
A : María Salgado, Poeta.
Dilecta sobriña:
Pois a min góstamnme moito as tuas comentas, sonche relatos dos luares onde che moves. É unha forma xeitosa de contar as cousas que acontecen a ultramar. Os poetas en NY, en Filadelfia, nos bares, nos furanchos da costa este dos eeuu teñen,po-lo que contas , un xeito agradabel pra faer amizades,coma isa cantiga do Emilio Xosé.Ningures paréceme un diario, mais ben son coma microrreportaxes; anacos de acontecementos continxentes coa facultade de morrer ou ser eternos segundo as modas ou as circunstanzas da movida, ou segundo queira a sua autora. É o que é, as parábolas son propiedade da persoa cas crea, istán sometidas, son ceibes alí onde a sua nai lles deixa...
A min góstanme moito as tuas verbas, os teus microrrelatos, os teus informes meteorolóxicos...non parezme que sexa un diario.
Deica logo.